martes, 22 de marzo de 2016

El día de la marmota terrorista



 ¡Oh, vaya, otro atentado terrorista! ¡Qué sorpresa! ¡Qué inesperado! ¿Quién podría haberlo visto venir??

  Bien, esto ya se está convirtiendo en algo cotidiano. Masacre de inocentes, Europa conmocionada, banderitas, cobertura mediática 24 horas, hashtags jesuisalgo, políticos que dicen estar conmocionados (oh, por favor, si alguien sabía que esto podía pasar otra vez son ellos) soltando el mismo discurso barato.

 Una y otra vez.


Como si alguna de todas estas cosas sirviera para evitar que suceda de nuevo.

  Esto es lo más terrorífico de todo: no estamos aprendiendo NADA de lo que está sucediendo. No estamos haciendo todo lo necesario, ni estamos cambiando las medidas que hemos tomado hasta ahora, no estamos replanteándonos lo que causa el problema, y por eso se repite. Y las que nos quedan, a este paso.


   La situación empieza a ser ya tragicómica. La gestión del problema por parte de los dirigentes mundiales no ha podido ser más penosa y ridícula:



- Atacar al supuesto ISIS en otros países no ha solucionado el problema, ni en esos países ni en el suyo propio. Es bastante probable, de hecho, que lo haya empeorado.


- Incrementar las medidas de seguridad en Europa tampoco ha solucionado el problema. De hecho ha dejado en evidencia la inutilidad de los servicios antiterroristas. Bélgica elevó la alerta antiterrorista a "máxima" DESPUÉS del atentado. Tiene que ser una broma. Anteriormente la alerta era alta, pero aún así les colaron una bomba en un aeropuerto de la capital y otra cerca de la sede de la UE. Sinceramente, si no es posible proteger lugares como estos no creo que lo sea ninguno.

  Si este fracaso monumental de la seguridad europea significa que es muy difícil proteger a la población de estos ataques, entonces a qué estamos jugando. La población civil somos cerdos camino del matadero. Deberá adoptarse otra estrategia, tomar otras medidas. Probar otras cosas. Sentarse a hablar con quien haga falta. Pero parece ser que están dispuestos a asumir el coste de varios cientos de vidas inocentes (miles en el caso de Oriente Medio) como un daño colateral. Otra respuesta no se me ocurre ante semejante temeridad.

  Pero ni un "mea culpa". Ni una dimisión, cuando deberían caer gobiernos en bloque por esto. Repito: NO SON CAPACES DE GARANTIZAR LA SEGURIDAD EN OTROS PAÍSES Y TAMPOCO EN EL SUYO PROPIO. No se puede fracasar más. Un desastre mayúsculo.


- La actitud de "debemos permanecer unidos contra el terror" que cacarean sin parar los dirigentes de todos los países y tendencias no evita nuevos ataques, me temo. Estaría bien que, ya que lo dicen tanto, lo aplicaran, y estuvieran junto a sus ciudadanos cuando éstos saltan por los aires. Pero ahí no están unidos. Ellos están en sus burbujas rodeadas de medidas de seguridad. Desengañémonos. No están unidos con nosotros en esto. Sólo nosotros nos llevamos los muertos.


  Lo siento mucho, pero "debemos estar preparados para nuevos ataques" NO es una respuesta admisible. Haz lo que tengas que hacer. Búscate la vida, que para eso te pagamos. Si no sabes cómo hacerlo, apártate a un lado y deja que lo intente otro. Pero no puedes exponer cientos de vidas a una amenaza que no sabes resolver y que cada vez empeoras con tu inutilidad. A no ser que seas un psicópata, claro.


  Al final, por mucho que me joda admitirlo, la única respuesta lógica es esa, la conspiranoia. Otra explicación no me entra en la cabeza. Supongo que es el precio a pagar por mantener el statu quo, sobre todo el de algunos. Ellos no sufren daño alguno, y a cambio obtienen justificación para seguir vendiendo y comprándose armas entre ellos. Con dinero público, claro. De paso, otra excusa para aumentar el control sobre la población y el recorte de libertades. Y, de postre, que los europeos de clase media y baja olviden que sus condiciones de vida cada vez son peores y las defiendan de un supuesto enemigo externo.

 
   Pero me sigue sorprendiendo gratamente la reacción de la gente. Cada vez se va tomando más conciencia, principalmente por la repetición del mismo teatrillo que ya huele. Esto no tiene ningún sentido, y caerá por su propio peso.















martes, 8 de marzo de 2016

Liarse a hostias


  De vez en cuando está bien ir tanteando cómo va la situación del colectivo de altas capacidades (o llámalo X), y el reciente linchamiento de Lucía Etxebarría en las redes ha servido como barómetro en los últimos días. Desde aquí agradecer su valentía y su sacrificio, involuntario o no.

  Hoy es el día de la mujer trabajadora. En esas mismas redes sociales (y de una manera bastante menos pronunciada en el resto de ámbitos) las sensibilidades están a flor de piel, es un tema y un colectivo (mayoritario, paradójicamente) que está consiguiendo cambiar ciertas cosas bastante arraigadas en la cultura, en concreto la española, que es la que nos ocupa.

   Las respuestas a los desajustes que, por torpeza o por ineptitud, seguimos manteniendo muchos hombres son respondidas y denunciadas de una manera agresiva, con orgullo, con autoridad. El que no llora no mama. Si te pisan, te quejas. Me parece perfecto.

   La comparación con los superdotados, si se me permite por lo abismal de la situación en la que se encuentran ambos colectivos, refleja que (valga la redundancia) aún queda mucho por hacer.

  Mucho por hacer. Por parte de quién. ¿Del resto de la sociedad que tiene que tomar conciencia? Indudablemente, pero sobre todo de nosotros mismos, estamos a años luz de otras luchas como la igualdad de género o el LGBT en cuanto a ACTITUD. Y, aunque poco a poco vamos avanzando, deberíamos aprender mucho de ellos.

  Actitud. Los defensores de las causas citadas se revuelven contra las intromisiones y ataques, se quejan, denuncian, no se dejan pisotear. Nosotros nos callamos y nos resignamos. Y, con esta cobardía, no sólo nos perjudicamos a nosotros mismos, sino también a otros superdotados, sobre todo aquellos que quieren conservar su dignidad, como Lucía Etxebarría en este caso. El enemigo en casa.

   Así pues, este cáncer de la revolución se manifiesta de varias maneras:


1 -  Delegar en los hijos.

La mayor parte de los colectivos y organizaciones de altas capacidades en España tan sólo luchan por los derechos de sus hijos, como si la superdotación no fuera hereditaria o fuese algo que "se pasa" con la edad. Como si los únicos superdotados que necesitaran atención fueran los niños.
   Esto es loable sin duda por una parte, pero por muchas otras es una soberana estupidez:

-  Si sólo consideras superdotado a tu hijo, estás renegando de tu propia superdotación. Por miedo, por vergüenza, por frustración o porque creas que no merece la pena, cualquiera que sea la razón por la que lo hagas se la estás transmitiendo inconscientemente a tu hijo. Tu hijo aprenderá de tu mal ejemplo esa vergüenza, esa frustración, ese miedo. Por otra parte, le estás dejando solo en su particularidad. Tu hijo probablemente se sentirá "un bicho raro" ahí fuera, lo último que necesita es sentirse igual en casa. Estás dinamitando uno de sus pocos refugios en caso de problemas.

- Bien, luchemos por que nuestros hijos tengan lo que nosotros no tuvimos, demos nuestro caso por perdido y sacrifiquémonos por ellos en un acto de dudosa heroicidad. Consigamos cosas en el ámbito educativo. Imaginemos que se les da la atención específica que necesitan. Terminan su paso por los centros educativos y están preparados para entrar en un mundo laboral en el que tampoco nadie ha creado un sitio para ellos ni se ha preocupado de sensibilizar a la sociedad lo más mínimo. Un plan perfecto. Niños mejor atendidos intelectualmente trabajando de camareros. Bravo.


2 - El perfeccionismo.

Parece mentira que entre supuestos iguales también tengamos que jugar a ver quién la tiene más larga y echar por tierra al que se equivoca. El pez que se muerde la cola. Este es uno de los más evidentes signos de nuestra autodestrucción como colectivo. Nos ahogamos en nuestras propias contradicciones, porque no somos capaces de estudiarnos a nosotros mismos como fenómeno. Este también es un problema que va para largo, causado principalmente por la confusión reinante en términos de identidad ACI. La mayor parte de nosotros ni siquiera sabe que pertenece a este grupo, y a otro gran porcentaje no le importa (o eso creen). Una vez más el excesivo apego al perfeccionismo nos hace tirarnos piedras a nuestro propio tejado: si la situación para el resto de los mortales ya es muy confusa con los criterios antiguos y supuestamente "obsoletos" de identificación (el terrible e innombrable CI), imagínense introducirles uno nuevo cada año. Ni nosotros mismos nos ponemos de acuerdo, y es por la sencilla razón de que siempre existirá una respuesta más precisa. Es una espiral que no tiene fin, y somos tan estúpidos como para no darnos cuenta y fijar un estándar o consenso de mínimos.

   Habrán observado que empleo los términos "superdotación" y "altas capacidades intelectuales" como sinónimos. Es a propósito. Muchos de los criterios de medición (y la mayor parte de cosas en la vida) distan mucho de ser perfectos. Pero hay que adoptar alguno como convención. Es un mal menor, pero es de sentido común. Sacarte el carné de conducir no quiere decir que conduzcas bien, hay mucha gente que lo tiene y conduce mal. Un título universitario no te capacita para gran cosa, en muchos casos: no te hace un mejor profesional ni mejor conocedor de la materia. La mayoría de edad es algo arbitraria también, hay gente madura antes de los 18 años e inmadura después de ellos. Existen infinidad de ejemplos, pero hay que tomar decisiones y fijar el umbral en algún sitio, aunque paguen justos por pecadores.

    Por eso la necesidad de desdemonizar el CI. No es perfecto, claro que no. Nadie ha dicho que lo sea. Pero las alternativas a día de hoy (a falta de escáner cerebral) son ridículas. Las inteligencias múltiples. Un aplauso. La gente no está dispuesta a hacer un test y van a querer hacer siete. Es de una falta de realismo que clama al cielo. Por no entrar en la clasificación de las mismas: hoy son siete, mañana serán cuarenta. Inteligencia musical. Eso no es un término general ni ambiguo, claro. No se puede dividir en inteligencia rítmica, armónica, melódica, etc. No hay sesgos. No pagan justos por pecadores. Es demencial. Es hacer de un problema siete problemas. Lo último que necesita el fenómeno es más complejidad. Es sin duda muy complejo, pero precisamente por eso hay que tratar de simplificarlo, al menos de puertas hacia fuera.
   Por eso también la necesidad de colaborar, de una manera positiva, construyendo en lugar de echar por tierra los pequeños pasos hacia delante que otros dieron. APORTAR. Complementar. No sustituir. Por el amor de dios (es intencional también, sí), estamos hablando de un fenómeno humano, de algo que pertenece al ámbito de la psicología y las humanidades. Estamos hablando de personas, no de objetos ni de fenómenos físicos. No existe una fórmula matemática. No seamos esclavos de la perfección. Forma parte de nosotros, pero usémosla a nuestro favor. Es una mala gestión de nuestras capacidades, una pobre inteligencia intelectual.


3 - El síndrome de Estocolmo. 

    Muy relacionado con el punto anterior, muchas veces el peor enemigo de un superdotado es otro superdotado, normalmente que no sabe que lo es. El hecho de que un superdotado "salga del armario" o exprese su condición con libertad será visto por el que la reprime como algo que envidiar, y tratará de aplicarle la misma represión que se aplica a sí mismo. Cada uno es libre de vivirlo como quiera, faltaría más, pero debe respetar la opción del otro. Aunque esto es obviamente complicado.
  Gran parte de los superdotados, debido principalmente a una identificación tardía o a una falta de atención después de la misma, han aprendido desde muy pequeños a adoptar posturas que no provienen de sí mismos sino del entorno, hasta el punto de que llegan a dudar si son realmente sus principios y valores o se los han impuesto (o los ha tomado prestados de fuera). En estas condiciones se forma un baile de máscaras en el que la mayoría no se da cuenta ni de que está disfrazado, lo cual dificulta exponencialmente la tarea de saber quién es cada cual. A día de hoy, sigue reinando la confusión, tristemente, como es natural.




  Hasta aquí, de momento, el análisis de enemigos internos. Vamos ahora con el resto de gente, las personas con capacidades medias y bajas.

   Básicamente su conocimiento del tema (aunque, insisto, estamos mejorando) se reduce al saber popular, y tiran de refranero para afrontar este hecho desconocido. Curiosamente, y quizá por su naturaleza humana y ambigua, en el tema de la inteligencia todo el mundo es más papista que el Papa, y nadie considera que sea necesario informarse lo más mínimo o considerar las posturas de expertos en el tema. Con lo cual las respuestas son, obviamente, surrealistas.

   Circula por ahí una especie de frase-de-coach-inspiracional-para-conseguir-el-exito-en-la-vida que viene a decir lo siguiente: "siempre contrata a gente más inteligente que tú, que seas el más tonto de la sala". Obviamente es de origen extranjero, en España es impensable algo parecido. Seguimos siendo un país donde manda Sancho Panza, con su sabiduría popular, que es valiosa, pero hasta cierto punto. Más allá de ese punto, no hay NADA. Sólo vacío. No somos conscientes de nuestros propios límites. Por eso, cuando el barco hace aguas, no sabemos lo que hay que hacer al respecto. No me entiendan mal, Sancho Panza está muy bien, pero como colaborador, no como dictador. Y no, no estoy diciendo que debamos ser los superdotados los dictadores, debemos ser otro colaborador también. Uno necesita al otro.

   Me anticipo a la susceptibilidad porque también está muy a la orden del día. Destacar está mal visto en una cultura como la nuestra, pero claro, sólo en ciertos ámbitos. En España mola ir de tonto y de pobre. Pero luego el que destaca en los deportes es Dios uno y trino. Por eso tenemos resultados en lo deportivo y muchos menos en lo intelectual. Se hace abiertamente apología de la mediocridad, lo cual forma parte de la cultura pero no puede aplicarse a todos los ámbitos. Debe existir un reducto en el que esto no sea así, por lo menos si aspiramos a ser un país de un nivel, europeo, primermundista etc y salir de una crisis.
  Volviendo al sempiterno ejemplo de Messi, España es ese país en el que Messi es suplente, encima se enorgullece de ello y luego se pregunta por qué pierde los partidos. Por si no fuera poco, tiene la poca vergüenza de reírse de él. Obviamente así no se va a ninguna parte. España (y el mundo en general) está viviendo la situación que se merece. Desperdiciar el talento, como dijo Marina, es un lujo que no podemos permitirnos.

   A colación de esto último podemos identificar una de las causas de la citada susceptibilidad por parte de la gente "media": el solo hecho de decir que eres superdotado es percibido como un acto de ostentación, la sola mención o descripción del hecho se considera un alarde o presumir. No creo que esto venga tanto de las connotaciones del término (que también, brillantemente, se quiere sustituir por ALTAS capacidades, que no tiene absolutamente ninguna connotación de superioridad) como la ignorancia total de lo que el hecho significa. Y ya sabemos que lo desconocido da rienda suelta a todo tipo de supersticiones y mitos aberrantes, muy arraigados en la cultura en este caso. Ser superdotado es algo "neutro", no es positivo ni negativo, como muchos nos quieren vender. Es bueno para unas cosas, malo para otras.
  Las respuestas a Lucía Etxebarría a este respecto en twitter son, en muchos casos, terroríficas, aunque normales dada la -pésima es poco- información con la que cuentan sus autores. Hasta aquí todo bien (dentro de lo patético). La paradoja viene cuando estos señores (por decir algo) intentan "poner en su sitio" a alguien que tiene un coeficiente intelectual superior al 98% de la población. De acuerdo, esto no es una ciencia exacta, pero no deja de ser un acto de escandalosa soberbia. Decir que eres superdotado es presumir, pero poner en duda lo que dice un superdotado y creerte más listo que él (apoyándose en el saber popular en la mayor parte de los casos) no. De repente todo el mundo es un experto en inteligencia y superdotación y te dicen como deberías ser (según sus prejuicios) en vez de observarte y aprende de primera mano. Así nos va.

   Visto el panorama, encontramos disparates de todos los colores: desde aprendices de Rajoy ("el test de CI sólo mide la capacidad de hacer tests de CI") hasta académicos de la Lengua ("mensa significa tonta") pasando por simples y llanos imbéciles.

   Para finalizar, uno de los puntos a trabajar más claros es el tema del grado. La gente, sobre todo en temas nuevos y desconocidos como este, tiende a moverse en extremos básicos, blanco o negro. Con lo cual impera la interpretación maniquea de la superdotación, con expresiones del tipo: "pues si eres superdotado, cómo es que has escrito una falta de ortografía". Esta rematadamente estúpida conducta se da también entre superdotados, como hemos visto en el punto número dos. Es un problema de comprensión lingüística, a parte de desconocimiento del tema: tener una inteligencia por encima de la mayoría de la población no significa tener una inteligencia absoluta. Por otra parte, el saber se especializa cada vez más, y se profundiza en aspectos más puntuales, lo que hace imposible saberlo todo sobre todos los ámbitos. Unos (sean medios o superdotados) sabrán mucho de unas cosas y otros de otras. Esto, que parece lógica elemental para niños de tres años, se le escapa a mucha gente. Sí, tenemos una inteligencia superior a la media, pero seguimos siendo humanos. No somos dios, nos equivocamos también como todo hijo de vecino, perdón por existir.

  Nah. Que les jodan. Es algo con lo que siempre en mayor o menor grado viviremos, pero ya está bien de ir agachando la cabeza para que puedan vivir a sus anchas. Ellos se equivocan también. No son mejores ni peores que nosotros. Al César lo que es del César. A ellos sus méritos, a nosotros los nuestros. Pero que tengan que ganar ellos siempre, de ninguna manera. Ya hemos visto como se les calienta la boquita y se crecen. Hay que ser duro si ellos son duros. Aún a riesgo de poder equivocarse, como en el caso de Etxebarría (tenemos derecho a hacerlo también, recordémoslo). Pero mejor eso que callar y que se crean que les estamos dando la razón. Ni siquiera es bueno para ellos, sería como "malcriarlos". Después se malacostumbran y se te suben a la chepa. Y si les molesta, es su problema.